El nombre del detonante es SB 1070. Una ley de Arizona que permitiría a la policía parar a la gente por su perfil racial. Ha desatado un movimiento de hispanos sin precedentes que prende veloz por todo EE UU. No solo persigue acabar con una ley, sino transformar un país. O adaptarlo a la realidad de que los latinos, en 2050, pueden ser casi el 25% de la población. ¿Hasta dónde puede llegar esta lucha?
No son estadounidenses ni tampoco mexicanos. Viven atrapados en el mundo de la frontera. Pero, en esa tierra de nadie, han sido capaces de construir una vida y, sin quererlo, como los héroes reluctantes de las películas del Oeste, se han convertido en los protagonistas de un movimiento que puede cambiar Estados Unidos. “Si me van a agarrar, que me agarren a mí solo”, explica Ricardo. Tiene 44 años, reside desde hace 19 en Estados Unidos, es mexicano y carece de papeles. Su oficio es pintar coches. Su esposa, Imelda, de 45 años, lleva el mismo tiempo que él en Arizona y tampoco es residente legal. Sus hijas, Imelda (de 19), Hilda (de 14) y Elvia (de 9), son ciudadanas estadounidenses porque nacieron aquí, entre ellas hablan en inglés y la mayor tiene una beca en la Universidad de Arizona. Encarnan el sueño americano: llegaron sin nada a este país, tras jugarse la vida cruzando el desierto de Sonora. Prosperaron con trabajos no precisamente fáciles –“pintar carros” en Tucson, con más de 40 grados ya en junio, no es un plato de gusto–, sacaron adelante una familia, son religiosos y solo han quebrantado una ley: cruzar ilegalmente una frontera en busca de un futuro.http://www.elpais.com/articulo/portada/Hispanos/unidos/America/elpepusoceps/20100704elpepspor_9/Tes
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