Con
Gerardo del Río
en la lectura de su poesía
Memorial para la i
Memorial para la i
el síntoma de la risa
tiene su causa en la vocal i
incógnita insondable
escala secreta
iluminada vocación del fuego
irresoluto el enigma
del gato de mirada ciega
sólo queda en el viento
la mueca sonriente
afilada ternura
de quien se hace invisible
al final del acto.
ii
Importa la inclinación de la sombra
La reverencial e inhóspita floración de las malvas
Esencia mistérica del canto desolado del cardenal
Incidencia frutal de estío
La sombra dibuja sobre la arena
Insignia del día su horal maléfico
La premonición de una niebla calcárea
La infancia que se asola o aluniza
Inerte insecto en la rama florida
iii
Incendio primigenio
Partitura de la tarde
En su lívida ingravidez
Detiene su vuelo la torcaza
En la añil imprimatura
Todo cobre o estaño
Que inflama alientos metálicos
Inútil cualquier oración
La supresión del divino verbo
La incandescente luz del ojo
iv
Albricias la pluma
Deja su huella
En la inmaculada superficie del papel
La oxidación de la punta de plata
Rubricando la profecía
Lo que ahí está
Es la transpiración del tiempo
La frágil ternura de las mareas
Sutil inmanencia de los astros
La permutación de la imagen
La perpetuidad de la palabra.
v
liquida el reino
viña de incordias
lección inaugural
milenio del crimen
la trilla del verano
brisa fiera
domestica profecía.
Estefany Maya
"Obra en tres actos"Alejandra Chong
MAO
Gabriela Estefania
Ydro
Otras poesías de Gerardo del Río
Escribir poesía
Escribir poesía
no es poblar de ruido
el mundo
sino como la luna
en el desierto
matizar
el silencio de la noche.
Aquí empieza el desierto
Aquí empieza el desierto
su errática floritura
la furtiva presencia de una tortuga
pozo que amaina la sequía
sin esta luz el extravío nadie a quién nombrar
tapias de adobe y ocotillos delimitando
las estaciones del día
la imbatible dicha
las palomas signado retornos
aquí está mi casa.
Piedras
El cardio sajado
las piedras amalgaman
evocaciones palabras recurrencia
aquí el silencio va cimentando
la calleja lunar
la sombra de los cipreses
allá una voz que fisura
la entereza crepuscular
la colcha de saudades
la fragmentación del discurso
acá la imagen en el cristal
prevalencia del polvo
testamento salvaje
todo está dicho
nada se ha escrito aún.
Fermenta el azogue
Fermenta el azogue
la piel deseada
apura ya ese trago
que reposa en el cáliz
de la amargura.
Por tus labios
el mundo espera ser nombrado
por tus muslos las columnas de Hércules
y el mediterráneo son la premura del deseo
por tus nalgas ha de navegar mi bergantín
hasta finisterre.
Llegada la noche
hago la primera oración
de los importunos escollos
para consolidar el amor
líbranos señor.
Revelación
La revelación de esta soledad
tan pertinaz como una perra
persiguiendo su cola.
Auscultación
No le regatees a mi alma
la lívida semilla nocturna
no vedes de mi boca
el fruto maduro
que expele ámbar
deja que mi ojo
secrete del lagrimal
la crisálida feraz
auscultación inerte
permite la abolición de mi sed
en el manantial salino
la sutil caminata de mis dedos
en la topografía corpórea
extravío perpetuo.
Nocturno
Luna oblicua
confabulación del azar
luz testimonial
la espera táctil
fin de mes
luminiscente parpadeo
nocturno anuncio
las horas sobrevoladas
por la inquisitiva mosca
su tardía migración
mutante parvada
la urdimbre artificiosa del tedio
sendero móvil
alveolar resistencia marina
docenas de hormigas
bulliendo en la vena cava
cavidad púbica
precede la tarde plomiza
y su poblamiento de paraguas
desfile que certifica
su ausencia un bolero tardío.
Gerardo del Río, el dorado, otoño 2010.
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